EL PROCESO DE ELABORACIÓN DEL PORTAFOLIO.


Sin duda alguna, los inicios en la labor de desarrollar el trabajo del portafolio fueron los más complejos del proceso y a mí personalmente, y por conversaciones mantenidas con compañeros/as del Máster la opinión es generalizada, me resultó muy dificultoso entender tanto el objetivo del portafolio, como la estructura exigida o los contenidos que debía contener cada carpeta.

Esta fase inicial de desconcierto, en la que me apoderó una gran confusión y desorientación sobre realmente qué era lo que debía hacer si estaba interesada en el desarrollo del portafolio, supuso que el inicio del trabajo se fuera demorando en el tiempo, al verme incapaz de afrontarlo por no llegar a entender ni tan siquiera qué se me pedía, cómo lo debía estructurar y los contenidos concretos tanto propios como ajenos que debía incluir para alcanzar el objetivo que este trabajo pretende.

El problema de base estaba en ser incapaz de entender el concepto de portafolios y la imposibilidad de discernir hasta qué punto consistía en una recopilación de evidencias y hasta cual se debía incluir la autorreflexión, así como la manera de estructurar e interconexionar estos dos tipos de materiales y ubicarlos correctamente en una carpeta o en otra.

De hecho surgió en mí un periodo de crisis en relación con el portafolio, en el que el no llegar a comprender su sentido y la forma de elaborarlo junto con una sensación de resultarme inabarcable, y en general me producía una gran inseguridad el tener que enfrentarme a una tarea que desconocía que, exigía más dedicación en tiempo y esfuerzo del que podía disponer, hizo que me plantease muy seriamente optar por el examen, por considerarlo mejor solución.

Sin embargo, una vez comprendida la estructura e información que “pertenecía” a cada carpeta, las relaciones entre ellas y que se debían asociar los procesos de reflexión propios con las cuestiones seleccionadas, empecé a percibir la elaboración del portafolio como un proyecto paulatinamente más viable.

La labor ahora se centraba en la selección temática que quería desarrollar dentro de mi portafolio, entendiendo por otra parte que la misma no era un círculo, sino una línea recta que progresivamente se podía ir ampliando hasta llegar a un punto más lejano.

En esta paulatina aclaración de objetivos hubo una serie de elementos fundamentales para la adquisición de seguridad, darle coherencia al trabajo del portafolio y facilitar la comprensión sobre el desarrollo y contenidos a incluir en el mismo. Estos fueron las tutorías grupales mantenidas en el aula donde se especificaron más claramente y detallaron las características del trabajo y los contenidos y la manera de conectarlos; así como el diálogo continuo con los compañeros que me sirvió mucho para entender especificaciones concretas del trabajo de una forma más “cercana” y el apoyo mutuo a modo de catarsis en los momentos de bloqueo.

Tras este proceso inicial, que como ya he mencionado fue el más complejo e incluso existió una fase de rechazo por la cual tuve la tentación de desistir, he comprendido cuan de útil y provechoso me ha resultado la tarea de elaboración del portafolio frente a la realización de un examen. Sin duda alguna, el portafolio constituye un instrumento de aprendizaje mayor, el comprender esto también supuso un cambio a positivo en mi actitud inicial al verlo como un elemento motivador, ya que ha permitido ampliar mis conocimientos sobre los conceptos tratados en clase y que he decidido incluir en mi portafolio, así como reflexionar sobre estos temas con otras personas y autorreflexionar sobre mi proceso de aprendizaje.

Esta visión que se ha tornado más positivista que la inicial, no supone sin embargo neutralizar sus obstáculos. Es incuestionable que el tiempo dedicado a la construcción del portafolio ha supuesto una gran carga horaria adicional a la ya extensa carga lectiva del Máster, y que en mi caso dispongo limitadamente.

Como crítica al proceso me gustaría señalar que una información más detallada en la fase iniciática estableciendo normas claras sobre su elaboración y lo demandado en la construcción del portafolio y una delimitación más concreta, propiciaría que la comprensión de las tareas por parte del alumnado fueran más tempranas y evidentes, lo que reduciría en tiempo el periodo de incertidumbre y de rechazo al método, y nos permitiría enfrentarnos al portafolio antes dentro del cuatrimestre y más seguros de los pasos que vamos dando, y de este modo se conseguiría que la calidad y la amplitud y profundidad de los temas desarrollados y de nuestro propio proceso de reflexión fuera mayor.